Puede parecer inverosímil, pero empezó como soldado en la dinastía Tang (siglo VIII d.C.), se convirtió en un poderoso general, ascendió hasta convertirse en una de las mayores figuras militares de China y terminó como un Dios que no tiene nada que ver con todo eso.
Parece que Zhin, la diosa del tejido, se dejó caer una tarde mientras celebraba su fiesta. Cansado de las guerras y con ganas de sentar la cabeza, le pidió riquezas y felicidad.
Ella estuvo encantada de complacerle y le dio un estatus divino, un estatus de estrella y honor a cambio. Ahora es muy feliz, y pasa la mayor parte del tiempo en compañía de sus compañeros dioses de la buena fortuna, los Sanxing, especialmente con (o posiblemente bajo el nombre de) Fuxing.
Género: masculino