Básicamente es un Dios de las Semillas que hizo el bien. Saturnus comenzó como una antigua deidad italiana encargada de la agricultura y el tiempo. Cuidaba de las cosechas y ayudaba en el ciclo de crecimiento a lo largo del año. Tenía un pequeño y agradable día de fiesta a mediados de diciembre para que todo el mundo pudiera esperar hasta la primavera, y eso era todo.
Pero a medida que la cultura griega extendió su influencia sobre el pensamiento romano, Saturno fue gradualmente equiparado con Cronos el Titán. Era inútil negarlo. Aquellos excitables romanos no podían aceptar un no por respuesta. Así que el simple Saturnus comenzó a tomar los atributos de Cronos, la superpotencia griega. Simplemente no pudo evitarlo.
Uno de estos atributos era la desagradable costumbre de comerse a sus propios hijos. Saturnus presumiblemente había leído los mitos griegos y estaba aterrorizado de que sus hijos lo derrocaran. Por lo tanto, comenzó a devorarlos, aunque no sin cierta reticencia y culpabilidad.
Huelga decir que uno de los niños se escondió de las fauces de su padre y sobrevivió. El pequeño Júpiter se convirtió, efectivamente, en el Amo del Universo en lugar de su padre.
Pero Saturno no fue derrocado, sino que se le concedió un indulto en agradecimiento a su incansable trabajo dirigiendo el mundo y organizando las cosechas en la idílica Edad de Oro antes de que llegaran los griegos a estropearlo todo.
Siendo romano, era cualquier excusa para un festival y su Carnaval Saturnalia llegó a dominar el calendario. Este festival celebraba el solsticio de invierno y todas las reglas normales de la vida se ponían al revés durante una semana. Jefes y esclavos cambiaban de lugar, se fomentaba la grosería y la lascivia, y todo el mundo se divertía.
Es agradable poder informar de un final feliz. Y la diversión continúa. Como todos los paganos saben, el clímax de la fiesta y el placer saturnales es el 25 de diciembre. No importa Santa Claus, es Saturnus quien debería ser el Dios de las fiestas navideñas. Sólo llámalo Saturnus Claus.
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