Es el poderoso Ser Supremo de la religión monoteísta. ¿Pero qué religión? Hay varias y aunque todas coinciden en que hay un solo Dios verdadero, no parecen ponerse de acuerdo en mucho más.
Las principales religiones monoteístas del mundo se iniciaron en el antiguo Oriente Medio, un lugar inestable donde la nación engendró a la nación como no se podía creer y la guerra, el comercio y el caos nunca estuvieron lejos.
Con pueblos y tribus pululando por todas partes, el Oriente Medio estaba sobrecargado de dioses que competían entre sí. De hecho, era un entorno clásico para el proceso de selección natural y la supervivencia del más apto, lo que aseguró que sólo los mejores dioses evolucionasen para prosperar a lo largo de los milenios. (Si no puedes soportar la idea de que la existencia de Dios demuestra la Teoría de la Evolución de Darwin, tendrás que aguantarte).
Aparte de una breve aventura con Ahura Mazda, el primer Dios único que causó una impresión duradera fue Yahvé, el Dios de su pueblo elegido, los israelitas. (Cabe destacar que ellos no lo eligieron a él, sino que él los eligió a ellos. Eso lo diferenció instantáneamente de casi cualquier otro Dios en el que podamos pensar). Al no tener rival, exigía una atención continua, siendo un Dios celoso confeso (Éxodo 20:4). Y si los celos pueden ser un atributo divino, la paranoia y la venganza también pueden tener cabida. Puede que los hebreos le respetasen, pero no era precisamente un amigo.
Entonces sucedió algo que cambió la religión para siempre. Nació Jesús y no sólo era un tipo simpático con unas revelaciones impresionantes, sino que también fue la primera figura religiosa que comprendió realmente la importancia de la psicología, el amor y una buena oportunidad para hacerse una foto. Para desgracia del pueblo judío (sobre todo de los Sumos Sacerdotes), Yahvé recibió un cambio de imagen sagrada y se convirtió en Jehová, un Dios algo más accesible para todas las naciones.
Después del surgimiento del cristianismo, Jehová disfrutó del estatus de Dios Superior durante un tiempo hasta que Mahoma llegó con un enfoque totalmente nuevo y explicó que Yahvé y Jehová eran en realidad sólo versiones alternativas de Alá, y Bendito Sea Su Nombre. Lo cual fue suficiente para llevar a los cristianos a un frenesí de guerras santas.
Como si todo esto no fuera lo suficientemente confuso, hay que darse cuenta de que estas religiones monoteístas (supuestamente definitivas) están llenas de grupos disidentes, sectas, facciones, camarillas, cismas y luchas internas. Cuando se trata de los atributos de Dios y de la mejor manera de adorarlo, nadie se pone de acuerdo en nada y puedes considerarte afortunado si la discusión no termina en explosiones.
Hay tantos puntos de vista diferentes sobre el Único Dios Verdadero, que a veces nos parece que todos esos cismas y sectas son en realidad una añoranza desesperada de los viejos tiempos del politeísmo. Lo cual es probablemente la máxima ironía.
Género: masculino