Era un gigante que vagaba por la isla de Rotuma. Su aliento caliente y sus dientes de fuego eran realmente formidables. Sobre todo porque no había otro fuego en el mundo.
Podía llegar a las cuevas con sus largos brazos y arrastrar a la gente, convirtiéndola en bocadillos calientes y bocadillos tostados mientras comía.
Llegó un momento en que todo era demasiado. Unos valientes guerreros le tendieron una emboscada desde arriba y por detrás, aplastando su cráneo con grandes rocas.
Incluso muerto, sus dientes seguían ardiendo. Los humanos se dieron cuenta de que ahora podían utilizar el fuego para sus propios usos.
Género: masculino