Era un tipo tan persistente. Deseaba tanto ser un Dios. Ya era un rey, así que no podía ir más allá en esa dirección. Se las arregló para engendrar 60.000 hijos eludiendo los métodos normales y haciendo lo necesario sobre un tazón de semillas sostenido por su esposa.
Esta impaciencia no dio sus frutos, ya que todos sus hijos eran bastante débiles. Tal vez no había seguido las instrucciones de oración del paquete de semillas.
Entonces se dispuso a robar el caballo de Indra con la idea a medias de que si lo sacrificaba, podría ganar toda su poderosa fuerza. Indra lo vio venir a una milla de distancia y escondió el caballo bajo tierra.
El persistente Sagara envió a todos sus hijos a desenterrarlo. La Madre Tierra gimió de angustia, y los Dioses convirtieron a los hijos en insectos. Sí, de ahí vienen las termitas.
Indra dijo que por supuesto podría recuperar a sus hijos cuando el río Ganges dejara el cielo y fluyera hacia la Tierra. Una idea ridícula. Pero Sagara rezó durante 30.000 años y sus hijos y nietos rezaron y Brahma se hartó tanto de las oraciones basura que se acumulaban, que dijo Dales el Ganges, vierte el lote sobre ellos, lava el mundo entero.
Pero Shiva, con ayuda de la ingeniería, consiguió salvar el mundo tomando la fuerza del agua sobre su cabeza y separándola en siete afluentes.
Género: masculino