El fuego era todo suyo y nadie más podía jugar con él. Cuando la humanidad consiguió finalmente robar una o dos llamas, conjuró una tormenta para extinguir los fuegos ilícitos.
Por suerte, una serpiente consiguió proteger una brasa encendida y se la devolvió a la humanidad. Goga sigue enfadada.
Género: femenino