Una vez jugó una larga partida de bolos consigo mismo. Bueno, no del todo. Eso sería bastante doloroso, nos imaginamos, y no creo que debamos dejar que nuestra imaginación se detenga en esos asuntos.
Lo que hizo fue hacer diez pequeñas efigies de arcilla de sí mismo y rodar un coco o algo en ellos. Cuando a uno se le caía un apéndice se convertía en un muñeco viviente la primera hembra.
El resto, como se dice, es historia.
Género: masculino