El prototipo del Homo Dirtius fue construido con barro húmedo por Ea, el Dios Creativo del Agua. Eso te da una idea de lo creativo que era.
La historia de Adapas revela una valiosa lección: no es buena idea arrancarle las alas a un Dios del Viento. Puedes pensar que tienes un motivo razonable si, mientras sales a navegar un día (tu flamante afición) por el río Éufrates, Shutu, el mencionado Dios del Viento, te hace volar por todos lados y estás a punto de hundirte. Pero, sinceramente, no merece la pena.
El despliegue de rabia fluvial de Adapas detuvo las payasadas de Shutu y éste se enfadó mucho. A pesar de tener la capacidad de que le crezcan nuevas alas casi al instante, presentó cargos y el caso pasó al Tribunal de Demandas Menores dirigido por Anu el Dios de las Muchas Partes.
Cuando llegó la citación, Adapa fue a pedir consejo a su padre. Ea le dijo que se vistiera con sensatez y que evitara cualquier comida o bebida celestial. Fue un consejo desafortunado, ya que la cocina que se ofrecía procedía de las Cocinas de la Inmortalidad. Si hubiera llevado a escondidas una bolsa de golosinas a la Tierra, los humanos podrían haber evitado la muerte.
De todos modos, Adapa se libró de una amonestación y de una serie de servicios comunitarios. Se le pidió que sirviera como sabio, enseñando a los mortales lo sabios y maravillosos que eran los dioses, y también explicándoles cómo comportarse como seres humanos decentes. Lo cual consistía en gran parte en advertirles que no salieran a navegar cuando ese imbécil de Shutu estuviera rondando por ahí.
Género: masculino