Su esposa Kulimina trató de copiar sus modelos, pero los trozos se caían o se expandían, por lo que sus muestras salían con su propia imagen muy femenina. Entre los dos consiguieron crear una pequeña población de hombres y mujeres.
Pero Kururumany estaba furioso. Había puesto su corazón en un mundo de unión de todos los hombres, sin hembras regañonas ni pañales que cambiar.
Frustrado, dejó de molestar a la gente y dedicó el resto de su tiempo a crear bichos espeluznantes, animales salvajes y cosas venenosas que podían causar la muerte.
Por suerte, puede que Kururumany no estuviera a cargo del alma, ya que otra deidad, Aluberi, parece haber dado instrucciones.
Género: masculino