Los primeros romanos ya eran politeístas, y para ellos no fue difícil asimilar los dioses y creencias de las gentes y pueblos con los que iban entrando en contacto, a medida que iban creciendo como pueblo. De hecho esa capacidad de absorción fue la que ayudó, en cierta medida al éxito de la expansión de su imperio. De ese modo la religión original fue modificada por la adición de numerosas y a veces contradictorias creencias en épocas posteriores, y sobre todo por la asimilación de grandes porciones de la mitología griega. Lo poco que se sabe sobre la religión romana primitiva se lo debemos a escritores posteriores a esa época que buscaron preservar las viejas tradiciones del olvido.
En esta primera aproximación a los dioses y diosas de la mitología romana, conoceremos los nombres y características de aquellos más relevantes, pero como en todas las mitologías, no fueron los únicos a quienes los romanos rindieron culto, aunque sí los más reconocidos.
Júpiter, en la mitología romana, soberano de los dioses, hijo del dios Saturno, a quien derrocó. Originalmente dios del cielo y rey del firmamento, Júpiter era venerado como dios de la lluvia, el rayo y el relámpago. Como protector de Roma se lo llama Júpiter Optimus Maximus (el mejor y más alto) y se lo veneraba en un templo sobre el monte Capitolino. Como Júpiter Fidius era guardián de la ley, defensor de la verdad y protector de la justicia y la virtud. Los romanos identificaban a Júpiter con Zeus, el dios supremo de los griegos, y asignaban al dios romano los atributos y mitos de la divinidad griega; el Júpiter de la literatura latina, por tanto, tiene muchas características griegas, pero el Júpiter del culto religioso romano se mantuvo esencialmente libre de la influencia griega. Con las diosas Juno y Minerva, Júpiter formaba la tríada que constituía el culto central del Estado romano.
Juno, en la mitología romana, reina de los dioses, mujer y hermana del dios Júpiter. Era la protectora de las mujeres y se la veneraba bajo diferentes nombres: como Juno Pronuba presidía los casamientos, como Juno Lucina ayudaba a las mujeres en el parto, como Juno Regina era la consejera y protectora especial del Estado romano. Las fiestas en su honor, las matronalia, se celebraban el 1 de marzo. Juno es la equivalente latina de la reina griega de los dioses, Hera. El nombre del mes de junio proviene del de la diosa Juno. Su animal representativo era el pavo real.
Minerva, en la mitología romana, diosa de la sabiduría, hija de Júpiter, rey de los dioses, equivalente de la diosa griega Atenea. Minerva nació de la cabeza de Júpiter, ya crecida y vestida con una armadura. Cruel y belicosa, era la patrona de los guerreros, la defensora del hogar y del Estado y la encarnación de la sabiduría, la pureza y la razón. Era también patrona de las artes, de la artesanía y de los comerciantes. Con Júpiter y Juno, era una de las tres deidades principales del Estado romano.
No pertenece a las divinidades del antiquísimo panteón del Lacio, lo que explica el hecho de que no intervenga en ninguna leyenda propiamente romana. La tradición designa a Numa como su introductor en el mundo latino. Su fiesta se celebraba el 19 de marzo. Presidía toda actividad intelectual, especialmente la escolar. Su culto permaneció durante el Imperio.
Jano, en la mitología romana, dios de las puertas y también de los comienzos, que según los romanos aseguraba buenos finales. Su principal templo en el Foro romano tenía puertas que daban al este y al oeste, hacia el principio y el final del día, y entre ellas se situaba su estatua, con dos caras, cada una mirando en direcciones opuestas. En todos los hogares se le dirigía la plegaria matutina, y en toda tarea doméstica se buscaba su asistencia. Como dios de los comienzos, se lo invocaba públicamente el primer día de enero (januarius), el mes que derivó de su nombre porque inicia el nuevo año. Se lo invocaba también al comenzar una guerra, y mientras ésta durara, las puertas de su templo permanecían siempre abiertas; cuando Roma estaba en paz, las puertas se cerraban. Jano no tiene equivalente en la mitología griega.
Vesta, en la mitología romana, diosa del hogar, venerada en un ámbito doméstico como una divinidad casera. El santuario público más importante dedicado a Vesta era su templo redondo en el Foro romano, cuyo fuego, según se decía, lo había llevado desde Troya Eneas, el legendario fundador de Roma. El santuario era símbolo de la seguridad de la ciudad y lo custodiaban permanentemente seis vírgenes vestales, sacerdotisas que conservaban encendido el fuego y que servían durante periodos de treinta años sometidas a severas reglas. A principios de junio de cada año se celebraban fiestas en honor de Vesta, llamadas Vestalia. En cuanto a su imagen, la diosa era asociada con las llamas de su fuego. Su equivalente griega era Hestia.
Saturno, en la mitología romana, antiguo dios de la agricultura. En leyendas posteriores se lo identifica con el dios griego Cronos, quien, después de haber sido destronado por su hijo Zeus (en la mitología romana, Júpiter), huyó a Italia, donde gobernó durante la edad de oro, un tiempo de paz y felicidad completas. Durante las fiestas llamadas saturnales, cada 17 de diciembre se rememoraba la edad de oro durante siete días. Todas las actividades se suspendían y se postergaban ejecuciones y operaciones militares. Era un periodo de buena voluntad, dedicado a los banquetes y al intercambio de visitas y regalos. Un rasgo peculiar de este festival era la libertad que se daba a los esclavos, quienes durante este tiempo ocupaban el sitio preferencial en la mesa familiar y eran servidos por sus amos.
Saturno era el marido de Ops, diosa de la abundancia. Además de Júpiter, que era soberano de los dioses, entre los hijos de Saturno figuraban Juno, diosa del matrimonio; Neptuno, dios del mar; Plutón, dios de los muertos y Ceres, diosa de los cereales. En el arte, se suele representar a Saturno con barba, sosteniendo una hoz y una espiga de trigo.
Neptuno, en la mitología romana, dios del mar, hijo del dios Saturno y hermano de Júpiter, rey de los dioses, y de Plutón, dios de los muertos. Originariamente dios de fuentes y corrientes de agua, llegó a ser identificado con el dios griego del mar, Poseidón. Su festival se celebraba el 23 de julio. Fue esposo de Anfítrite, ayudó a Júpiter a destronar a Saturno y obtuvo el imperio de las aguas.
Plutón (mitología), en la mitología romana, dios de los muertos, esposo de Proserpina, y equivalente latino del dios griego Hades. Plutón ayudó a sus dos hermanos, Júpiter y Neptuno, para derrocar a su padre, Saturno. Al dividirse el mundo entre ellos, Júpiter escogió la tierra y los cielos como reino; Neptuno se convirtió en el soberano del mar, y Plutón recibió por reino el submundo, donde gobernó sobre las sombras de los muertos. Se le consideraba originalmente un dios cruel e inflexible, indiferente a las plegarias y difícil de apaciguar con sacrificios. En los cultos y creencias populares posteriores se acentuaron aspectos más agradables y benéficos del dios. Se creía que era el otorgador de los beneficios ocultos de la tierra, tales como la riqueza mineral y las cosechas, por lo que también era conocido como Dis u Orcus, el dador de riqueza.
Ceres, en la mitología romana, diosa de la agricultura. Ella y su hija Proserpina eran equivalentes a las diosas griegas Deméter y Perséfone. La creencia griega de que su júbilo al reunirse con su hija cada primavera hacía que la tierra produjera frutos y granos en abundancia fue introducida en Roma en el siglo V a.C., y su culto se volvió sumamente popular, sobre todo entre los plebeyos. La palabra cereal deriva de su nombre. Su festividad más importante, las Cerealia, se celebraba del 12 al 19 de abril.
Pomona, en la mitología romana, diosa de los frutos y de los jardines. Se la representaba habitualmente como una joven que lleva una cesta colmada de frutos o las recoge con su regazo y tiene una corona frutal en la cabeza.
Marte, en la mitología romana, dios de la guerra, hijo de Júpiter, rey de los dioses, y de su mujer, Juno. Una de las deidades romanas más importantes, se consideraba a Marte el padre del pueblo romano, porque era padre de Rómulo, el legendario fundador de Roma. Originalmente un dios del año, especialmente de la primavera, los romanos identificaban a Marte con el dios griego de la guerra, Ares. Los nombres del día martes y del mes de marzo derivan del nombre de este dios. Artísticamente suele ser representado joven y vigoroso, con coraza, casco, escudo y yelmo, aunque en ocasiones aparezca de forma poco convencional, caso del Marte de Velázquez que se halla en el Museo del Prado de Madrid.
Su animal sagrado era el lobo, posiblemente a causa de su rapacidad. En marzo, mes que le estaba consagrado y que tomó su nombre, sus sacerdotes, los salios, llevaban los escudos sagrados en procesión por toda la ciudad. Los soldados romanos se ejercitaban en el Campus Martinus (Campo de Marte), donde se levantaba su altar.
Diana, en la mitología romana, diosa de la luna y de la caza. Equivalente latina de la virginal diosa griega Ártemis, Diana era la guardiana de las corrientes y los manantiales y protectora de los animales salvajes. Además, era especialmente venerada por las mujeres, y se creía que aseguraba un parto apacible a sus favoritas. En la iconografía artística se la representa habitualmente como una joven cazadora, a menudo armada de arco y flechas. El santuario más famoso consagrado a Diana estaba sobre el lago Nemi, cerca de Aricia.
Venus, en la mitología romana, originalmente diosa de los jardines y de los campos, pero después identificada con Afrodita, la diosa griega del amor y la belleza. En la época imperial, era venerada bajo diferentes aspectos: como Venus Genetrix, se identifica con la madre del héroe Eneas, el fundador del pueblo romano; como Venus Felix, es la portadora de buena fortuna; como Venus Victrix, la portadora de victoria; y como Venus Verticordia, la protectora de la castidad femenina. Venus era la mujer de Vulcano, dios de la forja de los metales, pero a menudo le era infiel. Entre sus muchos amantes estaba Marte, el dios de la guerra; el bello pastor Adonis, y Anquises, padre de Eneas. Era también la madre de Cupido, dios del amor.
Vulcano, en la mitología romana, dios del fuego. Originalmente una antigua divinidad italiana asociada con el fuego volcánico, Vulcano se identificaba con el dios griego Hefesto en el periodo clásico. Sus fiestas en Roma, las Vulcanalia, se celebraban el 23 de agosto. Venerado especialmente en Ostia, cerca de Roma, donde se le rendía el principal culto. Reina sobre los volcanes, que son su talleres, donde trabaja con los Cíclopes, sus ayudantes
Cupido, en la mitología romana, dios del amor. Llamado Eros en la mitología griega. Generalmente se le menciona como hijo de Venus y Marte. Se le suele representar como un niño alado, aunque puede aparecer desprovisto de alas, que lleva un arco y un carcaj con flechas, arma que utiliza para inflamar los corazones; en ocasiones, aparece con los ojos vendados como símbolo de la ceguedad del Amor.
Fortuna, en la mitología romana, la diosa del azar y de la buena suerte. Desde los primeros tiempos, su culto se extendió a través del Imperio romano. Al principio, era considerada como una especie de diosa de la fertilidad o portadora de la prosperidad; con el tiempo, sólo se la invocaba para solicitar la buena suerte. Como diosa del azar, era consultada a menudo sobre el futuro en sus santuarios oraculares de Antium y Praeneste (hoy Anzio y Palestrina). Tema favorito del Arte, a Fortuna se la representa sosteniendo un timón en una mano y una cornucopia, o cuerno de la abundancia, en la otra. El timón significa que ella es guía del destino del mundo; la cornucopia, que es proveedora de abundancia.
Baco, en la mitología romana, dios del vino, identificado con Dioniso, el dios griego del vino, y con Liber, el dios romano del vino. Hijo de Zeus (Júpiter), se le suele caracterizar de dos maneras: una como dios de la vegetación, específicamente de los frutos de los árboles, que aparece representado a menudo en los vasos áticos con un cuerno con bebida y racimos de uvas. Como llegó a ser el dios popular griego del vino y el regocijo, se dice que en algunos de sus festivales se producían milagros en los que el vino era el ingrediente predominante. La segunda caracterización del dios apunta a los misterios de una divinidad que inspiraba cultos orgiásticos, de los que son ejemplo las ménades o bacantes. Este grupo de mujeres abandonaba el hogar y vagaba por el desierto entrando en un estado de éxtasis en su devoción al dios. Vestían pieles de cervatillo y se creía que poseían poderes ocultos.
El nombre Baco llegó a usarse en la antigua Grecia durante el siglo V a.C. Se refiere a los fuertes gritos con los que se adoraba al dios en las bacanales, frenéticas celebraciones en su honor. Estos hechos, supuestamente originados en las fiestas de la naturaleza primaveral, llegaron a ser ocasión de embriaguez y de actos licenciosos y disolutos, en los que los celebrantes danzaban y bebían. Las bacanales se hicieron cada vez más desenfrenadas. Por esa razón, el Senado romano las prohibió en el año 186 a.C. En el siglo I d.C., sin embargo, los misterios dionisíacos eran aún populares, como lo demuestran las representaciones alusivas encontradas en sarcófagos griegos.
Quirino, en la primitiva mitología romana, dios de la guerra venerado por las sabinas. En la mitología romana posterior, se identificaba a Quirino con el divinizado Rómulo, legendario fundador de Roma. Era el patrono de la comunidad armada en tiempo de paz.
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