Se quedó con la ingrata tarea de crear el universo, por lo que recurrió a la mujer araña Kokyangwuti y a un par de útiles gemelos. Todos ellos se mantuvieron ocupados haciendo el mundo, el mar, las estrellas y el aire, mientras Taiowa se sentaba en su perezoso trasero con los pies en alto.
Finalmente el mundo estaba completo, con hermosos bosques, montañas, ríos y nubes. Kokyangwuti añadió el toque final: animales, peces, pájaros y personas. Un esfuerzo magnífico. Qué pena que la humanidad se haya comportado tan mal. El mundo entero tuvo que ser destruido.
El equipo de Scotuknangs suspiró y volvió a intentarlo todo. Trabajando con algo menos de entusiasmo que antes, hicieron montañas, ríos, plantas, nubes, animales...
Finalmente, la humanidad fue colocada en esta no tan magnífica Tierra. ¿Adivina qué? Desobediencia generalizada de nuevo. No hubo nada más que una gran inundación y el tercer intento.
Tierra. Montañas. Cielo. Plantas. Animales. La humanidad. Desobediencia. Sotuknang estaba ahora un poco molesto. No es de extrañar que Taiowa haya pasado la pelota. Inundó el mundo y se preparó para volver a intentarlo.
Por fin, al cuarto intento, la humanidad se comportó. Suspiros de alivio por todas partes. Pero Sotuknang nos vigila muy de cerca...
Género: masculino