El nombre, muy apropiado, significa qué cosa extraña. Fue enviado a la Tierra por su padre, el Dios Creador Ndriananahary, para comprobar el nuevo mundo. El planeta acaba de formarse a partir de barro caliente y papá quería ver si estaba preparado para albergar vida.
Pero la tierra era tan seca y calurosa que Ataokoloinona no podía soportarlo. El pobre gnomo se cavó un profundo agujero para huir del calor y desapareció sin dejar rastro.
Su ansioso padre envió lluvia para refrescar y regar la Tierra. Todavía no hay rastro. No es de extrañar, ya que la lluvia sólo hace que el barro se vuelva más calamitoso.
Después de incontables años, Ndriananahary pensó que debía enviar un grupo de búsqueda. Así que envió a algunos humanos a buscar a su hijo desaparecido. Ahora la Tierra era más fría y habitable, así que decidieron quedarse. Pero hasta ahora no hay rastro del Dios desaparecido. Por favor, mantengan los ojos abiertos.
Género: masculino